Mira el reloj que adorna su muñeca desde el dia de su cumpleaños. Son las diez pero no la preocupa, siempre le gusto ver como las farolas hacen competencia al sol, y ponen celosa a la luna coloreando la ciudad de ese tono solo descriptible con una dosis de alcohol en vena.
La maleta sobre la cama, a medias como siempre, nunca fue capaz de terminar nada a la primera.
Conectaba el Ipod para empezar a dejarse llevar.
Las notas entraban por sus orejas provocando en los musculos el efecto de una droga, su piel se eriza y un escalofrio recorria su cuerpo desde la nuca a los pies. El "parapapá" de aquella cancion, la clave de aquel festival de verano en el que aprendio a vibrar con la musica y junto a él, su primer beso. Con el que jugo a enamorarse en mitad de la pista y a confiar en un presente perfecto compuesto.
Entre solos de guitarra y bateria mete mano al cajon de la ropa interior, ruborizando a los calcetines al contacto con sus manos. Encontró mientras marcaba el ritmo del bombo con el pie, aquellas medias negras que rompio al saltar la berja para colarse en El viejo teatro. Aquel chico le descubrio la pasion que desprenden las letras. Palabras susurradas al oido que bailan en la cabeza y desnudan ideas, mientras tu pulso coge la delantera al tiempo mismo. Pero sin darse cuenta el malabarista de promesas con el que compartía su vida voló como los pájaros que dibujaban (juntos) a mano alzada.
Se sentó en la cama y se puso por última vez aquellos instantes hechos de licra negra. Ahora sonaba un blues de la vieja escuela que no detuvo su ir, venir y perderse entre cajones.
A su vez entre notas de piano no pudo evitar acordarse del tatuaje de su costado, recordar los labios que lo recorrieron entre las sabanas, dandola alas en cada asalto contra el colchon. Recordar la seguridad de sus manos en su cintura cuando la llevaba al paraiso convertido en un Renault. La seguridad que le daba su mirada ante los nuevos sentimientos que con el afloraron.
-No era sexo.- mascullaba con un cigarrillo en la boca- Pretérito imperfecto- prosigue, sonreía, daba una calada y volvia a sonreir.
Ya no suena musica, son las doce y la maleta ya esta cerrada.